La revolución ‘de color’ fracasa en Irán
Traducido del inglés por Germán Leyens |
Los israelíes son realistas por excelencia. Por eso siempre vale la pena buscar a un homólogo israelí para tomar un buen whiskey en el circuito diplomático. Invariablemente tejerá un hilo de nylon que no se veía a primera vista en el tapiz de una historia sencilla.
Por lo tanto, la primera advertencia de que el proyecto aventurero de hacer una “revolución Twitter” en Irán estaba condenado al fracaso tenía que venir de los israelíes. Combina bien con las indicaciones de que la capacidad del supremo líder Ali Jamenei de controlar una situación política aparentemente explosiva nunca estuvo realmente en duda, no importa hasta qué punto los medios occidentales hayan exagerado cuando propagaron que Teherán estaba ‘sobre el filo de la navaja’.
Si quedara alguna duda, también es disipada por la furia del maligno ataque sin precedentes de los medios controlados por el Estado en Arabia Saudí contra Jamenei y el presidente Mahmud Ahmadineyad – de un tipo ajeno a la cultura habitual de ta'arof (cortesía) o incluso taqiyah (disimulo) en esa parte del mundo. Las vanas esperanzas de Riad de presenciar el debilitamiento del régimen iraní mediante una prolongada crisis han sido truncadas. Su principal interlocutor, el ex presidente iraní Rafsanyani, ha desaparecido del tablero de ajedrez. Riad parece estarse preparando para la cólera de Teherán.
El pronóstico impecable de Israel
En una extraordinaria filtración a los medios durante el fin de semana, justo cuando terminaba el histórico discurso de Jamenei en la oración de plegarias del viernes en Teherán, Meir Dagan, jefe del Mossad de Israel, hizo saber que una victoria del candidato de la oposición iraní Mir Hossein Mousavi en la elección presidencial del 12 de junio hubiera significado “grandes problemas” para Israel.
Los israelíes tienen una manera de decir las cosas. Fue un reconocimiento sutil de las realidades políticas en Teherán. Al hablar en el Comité de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knéset (parlamento) el martes pasado, el jefe de espías israelí pudo prever que las protestas en Irán estaban extenuadas. Según el periódico Ha'aretz, Dagan dijo: “El fraude electoral en Irán no es diferente de lo que sucede en Estados liberales durante las elecciones. La lucha por los resultados de la elección en Irán es interna y no tiene que ver con sus aspiraciones estratégicas, incluido su programa nuclear.”
Explicó: “El mundo, y nosotros, ya conocemos a Ahmadineyad. Si hubiera vencido el candidato reformista Mousavi, Israel habría tenido un serio problema, porque tendría que explicar al mundo el peligro de la amenaza iraní, ya que Mousavi es percibido en la arena internacional como elemento moderado. Es importante que se recuerde que él fue quien inició el programa nuclear de Irán cuando era primer ministro.”
La evaluación es impecable, perfecta. Con un golpe maestro de diplomacia “por debajo de la cuerda”, Israel hizo señas a Teherán de que no tuvo nada que ver con alguna revolución “de color”. Fue una señal oportuna. Por cierto, han salido a la luz divisiones que han existido desde hace años dentro del régimen iraní. Pero es muy obvio que no hay sitio para una revolución “de color” en Irán actual. Incluso un penetrante crítico implacable del régimen como el veterano autor Amir Taheri admite que:
“La base del régimen se ha beneficiado de la generosidad de Ahmadineyad, y el resto de la sociedad iraní no está segura de que alguien lo pueda hacer mejor.
La principal debilidad de Ahmadineyad es que no haya logrado llevar ante la justicia a los mulás ricos y corruptos, como había prometido. Sus partidarios dicen que será la prioridad en su próximo período… Actualmente es el auténtico líder del movimiento jomeinista de una manera como Mousavi, [el antiguo presidente Mohammad] Jatami, o cualesquiera otros jomeinistas de medio pelo podrían serlo.”
Limitaciones de Mousavi
Sin embargo, Mousavi despertó esperanzas en Occidente – sobre todo en Londres, París y Berlín – y algunas capitales árabes “pro-occidentales”. Pero fue porque era un factor conocido como ministro de exteriores y luego primer ministro entre 1981 y 1989. El tema nunca fue que haya sido modernista o reformador. Para citar a Taheri, el bien informado cronista de Oriente Próximo, Mousavi, cuando estuvo en el poder, “desarrolló una amplia red de contactos en EE.UU. y en los países europeos y árabes.”
Taheri, quien se codea con entusiasmo con las elites políticas árabes y occidentales, ofrece una visión del campo de Mousavi. Recuerda que el hombre que dirigió las prolongadas conversaciones en Argel, que llevaron a la liberación de los rehenes estadounidenses en 1981, Behzad Nabvi, sigue colaborando con Mousavi. También Abbas Kangarioo, quien mantuvo negociaciones secretas con el gobierno de Ronald Reagan en lo que llegó a ser conocido como el acuerdo Irán-Contra. Kangarioo, asesor clave y amigo de Mousavi, también tiene la distinción de haber “desarrollado una red de contactos en círculos de inteligencia y diplomacia en Europa y EE.UU.”
No sorprende por lo tanto que Taheri considere que mientras la fama de Mousavi pueda haberse extendido ampliamente en los círculos de inteligencia occidentales, su principal atractivo en Irán se limita a las clases medias urbanas que quisieran que “la revolución jomeinista simplemente se desvaneciera… Hace tiempo que gentes como Mousavi y los antiguos presidentes Mohammad Jatami y Hashemi Rafsanyani han dejado de ser considerados como genuinos revolucionarios.”
Desde otra dirección, Taheri ha llegado virtualmente a la misma conclusión definitiva que el jefe de la inteligencia israelí. Es decir, que un interlocutor débil sin una “base jomeinista” como Mousavi nunca podría hacer concesiones exigidas por EE.UU., los europeos y los árabes, mientras que Ahmadineyad puede permitirse un reblandecimiento de su posición ya que sólo parecerá ser una maniobra hábil. Paradójicamente, la negociación con Ahmadineyad puede parecer más fácil para Occidente, ya que tiene un apoyo auténtico.
Mirando a los últimos cuatro años, subsiste el hecho de que Ahmadineyad restauró la conectividad del régimen con el discurso radical populista. “Hace cuatro años,” escribe Taheri, “la imagen del régimen era la de una camarilla de mulás de medio nivel y sus socios en negocios que dirigían el país como si fuera una compañía privada en su propio interés. La base ‘pisoteada’ del régimen se veía como la víctima de un timo histórico. Bajo Ahmadineyad, se empezó a destacar una nueva generación de revolucionarios, que proyecta una imagen de piedad y probidad, que reasegura a los ‘pisoteados’ de que no se ha perdido todo.”
El populismo de Ahmadineyad es una espada de doble filo. Si es llevado demasiado lejos, puede debilitar la legitimidad del régimen, que incluía a sectores corruptos del establishment clerical. Pero Ahmadineyad es un político hábil. Ciertamente ha crecido durante su estadía en su puesto en los últimos cuatro años. Aunque se complacía en autopresentarse como una locomotora que sigue adelante sin frenos o marcha atrás, sabía dónde detenerse y cuando echar una mirada por sobre su espalda. Por lo tanto, atacó muchas prácticas corruptas y amenazó con llevar a personajes clave ante la justicia, pero se detuvo antes de afectar a las presas más importantes. La gran pregunta es si Ahmadineyad lanzará más lejos su red durante su segundo período.
Rafsanyani pierde la partida
Sin embargo, Jamenei sigue siendo el árbitro en última instancia. Ahmadineyad reconoció públicamente el emplazamiento del poder al expresar en una carta formal “su gratitud” a Jamenei por sus “útiles observaciones” en las plegarias del viernes. El juego del poder de la semana pasada mostró que Jamenei frustró efectivamente el intento de Rafsanyani de aunar al establishment clerical en Qom. El punto decisivo llegó el jueves cuando la mayoría de los 86 miembros de la poderosa Asamblea de Expertos (que dirigía Rafsanyani) se unió abiertamente tras Jamenei.
La Asamblea de Expertos es el órgano más poderoso del régimen, investido de autoridad para elegir y destituir al supremo líder y para supervisar su funcionamiento. Cerca de 50 miembros de la Asamblea de Expertos dijeron en una declaración que “enemigos de Irán” están organizando “la intranquilidad y los disturbios” por la elección presidencial a través de sus “elementos pagados.” Rafsanyani perdió concluyentemente la guerra cuando la mayoría de los miembros de la Asamblea de Expertos expresó su confianza en que con la “sagaz dirección del [Supremo] Líder”, serían derrotadas las maquinaciones de los enemigos de Irán.
Armado con ese apoyo decisivo, Jamenei llegó a hacer su histórico discurso de las plegarias del viernes al excluir toda reconsideración del resultado de la elección. Rafsanyani no se presentó a la reunión de plegarias, incluso cuando Jamenei dejó en claro su apoyo para Ahmadineyad, subrayando hasta qué punto coincidían sus puntos de vista.
Significativamente, Jamenei se refirió a Rafsanyani por su nombre, a pesar de su ausencia. El mensaje fue claro: La supremacía de Jamenei es indisputable. De un modo más ominoso, cuando Jamenei absolvió cortésmente a Rafsanyani de toda corrupción personal, dejó abierta la posibilidad de que se iniciaran procedimientos judiciales contra miembros de su familia. Ahora Rafsanyani tendrá que sopesar con mucho cuidado sus opciones. No puede dejar de considerar la Espada de Damocles que cuelga sobre miembros de su familia que supuestamente han reunido una inmensa riqueza mediante prácticas corruptas.
Jamenei tampoco hizo esfuerzo alguno por contradecir específicamente la grave acusación formulada por Ahmadineyad durante la campaña electoral, de que Rafsanyani conspiró con el régimen saudí para derrocar su gobierno – una afirmación que el presidente no podría haber hecho sin información de la inteligencia iraní, supervisada por el supremo líder.
El sábado, la Asamblea de Expertos dio un paso adelante al expresar su “fuerte apoyo” al discurso de Jamenei. Llamó a la nación a obedecer las orientaciones de Jamenei. También el sábado, las fuerzas armadas iraníes y la Sociedad de Profesores del Seminario de Qom y diversas voces influyentes del régimen se unieron públicamente detrás de Jamenei. El así llamado clero reformista alineado con Jatami cambió de opinión y anuló la manifestación planificada para el sábado.
La dura realidad, por lo tanto, es que los impresionantes poderes de Jamenei no están de ninguna manera en peligro. Puede dejar que continúen las manifestaciones por los seguidores de clase media de Mousavi para que se desahoguen, ya que tiene la autoridad para dirigir la situación de un modo integral. Es decir, incluso si las protestas continúan por un tiempo – lo que parece poco probable ya que el propio Mousavi se encuentra ante un dilema – no erosionarán el poder del Estado.
Como dijo Taheri: “Los así llamados ‘expertos en Irán’ no se dieron cuenta de que Mousavi era un globo inflado por un sector de la clase media iraní para mostrar su enojo no sólo contra Ahmadineyad sino contra todo el régimen jomeinista. De otra manera, no hay nada en los antecedentes de Mousavi… que lo haga más atractivo que Ahmadineyad.”
Después de todo, la comunidad internacional sólo puede dar un suspiro de alivio porque mientras se desarrollaba este drama político complejo y extremadamente confuso, George W Bush no haya estado en la Casa Blanca en Washington. El presidente Barack Obama de EE.UU. pudo comprender las sutilidades de la situación y adoptó una política bien pensada, mesurada y en general se adhirió a ella a pesar de la obvia presión de los conservadores.
Sus observaciones no cuestionaron ni de lejos el locus standii de Ahmadineyad, y menos todavía el de Jamenei, para dirigir el país. Tampoco se ha identificado Obama con el llamado de Mousavi por una nueva elección. En todo caso, se ha distanciado ostentosamente de Mousavi. Por cierto, ni una sola vez amenazó Obama con un retiro de su oferta de hablar directamente con Irán en el futuro cercano.
Mientras tanto, Obama ha sólo realizado un cierto ajuste fino bien deliberado de los responsables en su gobierno, mientras comienza el conteo regresivo para el comienzo de conversaciones directas. Cambió a Dennis Ross al Consejo Nacional de Seguridad como asesor especial para el Golfo Pérsico y Asia del Sudoeste, en lugar de nombrarlo como enviado especial para Irán en la misma línea de la cartera de George Mitchell respecto a los palestinos e Israel. Teherán indudablemente apreciará el cambio, considerando los puntos de vista belicistas de Ross. Ahora, lo adecuado sería que Obama pidiera a Richard Holbrooke, representante especial para Afganistán y Pakistán, que se haga cargo adicionalmente de Irán.
Evidentemente, los iraníes tomaron nota de que las declaraciones de Obama fueron cuidadosamente moduladas, aunque la Voz de América pueda haberse entrometido en los disturbios, como afirma Teherán. La andanada del sábado del ministro de exteriores Manouchehr Mottaki señaló a Gran Bretaña, Francia y Alemania, pero omitió toda referencia a EE.UU. (o Israel). Entre los países europeos, Teherán apuntó a Gran Bretaña.
Mottaki dijo que las fuerzas británicas en Iraq entrenaron a saboteadores y los infiltraron a Irán. Pero, incluso en ese caso, representa una medida de la seguridad en sí mismo de Teherán que haya preferido la burla, cuando dijo que es hora de que Londres olvide el dicho de que “el sol nunca se pone en el Imperio Británico.”
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El Embajador M K Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Entre los puestos desempeñados figuran los ejercidos en la Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.