domingo, 26 de julio de 2009

La sociedad de consumo




La sociedad de consumo





Una compañera me acercó la publicación Relaciones, cuyo número 302, de julio de este año trae un interesante trabajo de Zigmunt Bauman, sociólogo polaco residente en Londres. Su título es "Libertad, sociedad y sistema político". Me pareció que el tema allí encarado era de rigurosa actualidad, y bien vale la pena reflexionar sobre él, y sobre algunas conclusiones que de él surgen.

Un párrafo del escrito: "En la sociedad en que vivimos, la libertad individual entra firmemente en el foco moral y cognitivo de la vida, con consecuencias trascendentes para cada individuo y para el sistema social en su conjunto. Ese lugar central lo ocupaba en el pasado - durante la primera parte de la historia del capitalismo - el trabajo, entendido como esfuerzo compartido y coordinado tendiente a la producción de riqueza mediante la aplicación del esfuerzo humano a la recuperación de la naturaleza".


Ahora bien, ¿de qué libertad individual nos habla Bauman? Lo dice sin equívocos:


"...En resumen, a lo largo de la primera parte de su historia el capitalismo se caracterizó por la posición central que ocupó simultáneamente el trabajo en los planos individual, social y sistémico..." "Es de ese lugar central de donde el trabajo está siendo desplazado gradualmente, mientras el capitalismo entra en la fase de consumo de su historia. En el sitio desocupado se situó la libertad individual (en su forma de consumo)". (el subrayado es mío.)


La tesis que desarrolla Bauman parte de considerar que "si en la primera parte de la historia del capitalismo el trabajo era el signo distintivo, el individuo era antes que nada productor, en esta etapa postrera el signo distintivo es el consumo, el individuo es antes que nada consumidor".


A esta etapa postrera, actual, llama Bauman "fase de consumo" en la historia del capitalismo. ¿Cómo puede entenderse esto de la "fase de consumo del capitalismo", desde el punto de vista del marxismo clásico?


Trataré de aproximar alguna idea, pero quisiera primero reflexionar un poco en torno al concepto de libertad en la sociedad capitalista.


En los tiempos en que la burguesía revolucionaria se abría paso hacia el poder, la libertad adquirió significados diversos según quienes la esgrimían como bandera: era la libertad política, en la que coincidían burgueses y desposeídos ("la libertad guiando al pueblo", esa emblemática pintura de Delacroix, en la que, allí en la barricada, se mezclan en el heroísmo sans-culottes, estudiantes, algún futuro Gavroche, y tal vez algún poeta); era la libertad como la libertad del individuo, en Rousseau y los enciclopedistas; en fin, era la libertad de comprar y vender, la libertad de comercio, en el pensamiento del burgués. De la libertad con ese aire épico del asalto a la Bastilla a la más pedestre libertad del mercado, sin trabas ni privilegios, sometido exclusivamente al libre juego de la oferta y la demanda.


(Curiosamente, en la revolución americana el proceso se da al revés: de la libertad de comercio como reclamo originario a la libertad política como consecuencia. De la "Representación de los hacendados" de Mariano Moreno a las autoridades virreinales de Buenos Aires en 1808, al Cabildo Abierto, la Junta de Mayo y el comienzo de la lucha por la libertad política y la independencia en 1810, con el mismo Moreno como uno de sus ideólogos. Otra vez la libertad política en manos de los desposeídos, ahora en las lanzas de gauchos, indios y negros libertos, y la libertad de comercio como móvil de hacendados y comerciantes. Y como en Francia, una capa de criollos jóvenes y cultos, imbuidos de las ideas del enciclopedismo, encabezando la revolución junto a militares americanos formados en Europa. Ideología, intereses comerciales y sentimientos libertarios abonan la revolución de la independencia sudamericana).


Así pues, el capitalismo como sistema nace bajo el signo de la libertad, pero en el sentido de la libertad de comercio. Hasta hoy. Bien claramente lo ha proclamado el hasta ayer presidente estadounidense George W. Bush, cada vez que hubo de referirse al papel de su Nación como guardiana de las libertades en el mundo, señalando expresamente la libertad de comercio como el eje de sus preocupaciones. Ese ha sido siempre el concepto de la libertad para el capitalismo, su santo y seña.


La libertad individual es, por tanto y en última instancia, la libertad de comprar y de vender. En cambio, en cuanto productor, el individuo no es libre de elegir que produce y como lo hace; está constreñido a producir lo que y en la forma que determina el propietario de los medios de producción.


Y en cuanto a la libertad de pensar y de difundir lo que se piensa, bien sabemos el largo camino recorrido, la sangre derramada a lo largo de la historia del capitalismo hasta haber alcanzado hoy los niveles de libertades democráticas bastante extendidas a nivel universal. Las banderas de la libertad en su sentido mas auténtico han estado siempre en las manos de los desposeídos.


Es lógico, entonces, que en las actuales sociedades de consumo, la libertad individual se asuma, o se la identifique, como la libertad de consumir. El ciudadano deviene consumidor, y son los derechos del consumidor los que hoy generan códigos, sobre los que hoy se legisla, sobre los que hoy se litiga en los tribunales).


En estas condiciones, el Estado, y la política, pasan a desempeñar roles secundarios.


A eso se refiere el artículo de Bauman, quien anota algunas observaciones por demás sugerentes:


"...En nuestro actual sistema, el capital ocupa a la sociedad principalmente como consumidora.. Esa ocupación no requiere de la intervención del Estado. El mercado de consumo cuida de que se produzca el consenso, y de que se dé una conducta social apropiada".


"...Dado que la legitimación ya no es una de las principales de entre las tareas del Estado, y que la coerción rara vez se aplica para sostener la conformidad, la desaparición de la política del horizonte de la vida cotidiana ni se fomenta ni se lamenta".


"...Una vez que la libertad de consumo se ha hecho cargo de las preocupaciones individuales, de la integración social, y de la reproducción sistémica, la presión coercitiva de la burocracia puede mitigarse, se puede desactivar el pasado carácter explosivo de las ideas y de las prácticas culturales, y se puede desarrollar sin problemas una pluralidad de opiniones, estilos de vida, creencias, valores morales u opiniones estéticas. La paradoja, por supuesto, es que esta libertad de expresión de ninguna manera somete al sistema, o a su organización política, al control de aquellos cuya vida sigue determinando, aunque sea a distancia".


Conviene señalar, me parece, que Bauman tiene a la vista las sociedades europeas, en las que posiblemente estas observaciones respondan a la realidad. En nuestras realidades latinoamericanas parecen un tanto desproporcionadas, aunque, como solía decir un querido compañero de trabajo, algo hay, algo hay....


Pero volvamos al tema, al de "la fase de consumo del capitalismo", y como verlo a la luz del marxismo clásico.


Al fin de cuentas, en el lenguaje de la economía política, el consumo completa el ciclo que se inicia con la producción, es aquí que el valor de cambio de la mercancía se realiza. Es aquí que se completa la fórmula D---M---D', (Dinero---Mercancía---Dinero), en la que D' resulta ser mayor que D. Es aquí donde se materializa la ganancia, en el punto de vista del capitalista, o el plus valor, que saca a luz el mecanismo de la explotación del trabajo asalariado


Sin embargo no se trata de eso. La sociedad de consumo, además de reflejar una necesidad producto de un modo de producción contradictorio, introduce una escala de valores que tiende a perpetuar la desigualdad. Se trata más bien del "consumismo" o "fiebre del consumo", como deberíamos llamarlo, fomentado expresamente por el sistema. . .


El problema es que el capitalismo vive en medio de contradicciones insalvables. Una de ellas, y no es la menor, es la tendencia decreciente de la tasa de ganancia del capital.


¿Cómo se determina la tasa de ganancia, que relación tiene con la tasa de plus valor, o plus-valía, y en que consiste ese fenómeno de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia?


Primero, ¿de donde sale el plus valor, como resulta ser D' mayor que D? Obviemos la demostración, que se puede encontrar en cualquier manual de divulgación del marxismo. Sale del hecho de que en la relación capitalista - asalariado, éste vende su fuerza de trabajo diariamente y por cierto número de horas al capitalista, y éste paga por esa mercancía su valor, valor que se mide, como toda mercancía, por el tiempo de trabajo necesario para su producción y reproducción. Ocurre que ese valor es inferior al valor que el obrero incorpora como producto al término de su jornada. Esa diferencia es el plus valor, o plus valía, de la que se apropia el capitalista. Ella es la fuente, la única fuente, de la reproducción del capital, de su crecimiento.


Ahora bien, el capitalista, para obtener ese plus valor, debe movilizar capital, tanto el capital constante (materias primas, maquinarias, etc.), como el variable (salario), y es sobre ese capital global movilizado que calcula su ganancia. De tal manera, si bien el plus valor o la ganancia expresan un mismo valor, lo que el capitalista considera no es la tasa de plus valor, (que mide la relación entre el plus valor y el capital variable, pv/Cv), sino la tasa de ganancia, (que mide la relación del plus valor, o ganancia, con respecto al capital global, esto es, la suma del capital constante y el variable, pv/Cc+Cv).


En realidad al capitalista individual lo único que le interesa es la relación entre el plus valor, o el excedente del valor al cual vende su mercadería, y el capital global que ha movilizado. No le interesa investigar como interviene cada parte del capital, ni como se origina ese excedente. Prefiere no averiguar demasiado, porque eso lo llevaría inevitablemente a toparse con que ese excedente no es otra cosa que trabajo asalariado no retribuido. No, es mejor engañarse a si mismo y atribuirlo, por ejemplo, a las leyes del mercado, al libre juego de la oferta y la demanda, o cosas por el estilo.


Ahora bien, ocurre que, en la medida que los avances de la ciencia y de la técnica ponen a disposición del capitalista los medios de incrementar la productividad y el volumen de su producción a límites insospechados, la tendencia consiguiente lleva a la disminución en el número de trabajadores y en la masa salarial que debe movilizar en cada ciclo productivo. El resultado es el aumento continuo en la composición orgánica del capital, esto es, el aumento del peso relativo de la parte de capital constante respecto al variable.


En resumen, como demuestra Marx aplicando algunos conceptos matemáticos al alcance de cualquier estudiante liceal, la tasa de ganancia del capital, medida por la relación del plus-valor o plus-valía generado en el ciclo productivo sobre el capital global utilizado en ese ciclo, disminuye en la medida que aumenta el peso del capital constante en el capital global respecto al capital variable (en la medida que aumenta el valor del capital orgánico). *(ver nota al pie).


Bien señala el autor de El Capital en algún párrafo de los Grundrisse: "el burgués se apropia del avance de la ciencia, fruto del pensamiento colectivo, acumulado, de la humanidad, y lo pone a su servicio. Pretende encerrar esas enormes fuerzas en el marco estrecho de la ley del valor, y termina por hacerlas estallar".



¿Cómo intenta resolver el sistema ese nudo?


Completada al mundo entero la expansión de los mercados, al capital sólo le queda colocar su producción creciente en un mercado mundial cuya expansión territorial ha llegado al límite, y con un límite poblacional marcado por la capacidad de compra y no por el número de habitantes, cuya inmensa mayoría quedan por fuera. Expandir los mercados es, en esas condiciones, expandir el consumo. Impulsada por una oferta en perpetuo cambio, las necesidades del individuo-consumidor deben crecer en sintonía con esa oferta que, marketing mediante, transforma cada nueva mercancía ofertada en una nueva necesidad a satisfacer.


Mientras el crecimiento de las necesidades no se sature, o no se sature la capacidad industrial de generarlas, el sistema funciona aunque 4 o 5 mil millones de seres humanos sean marginados y se los considere simplemente población excedentaria.


Anteriormente me he referido a las observaciones de Bauman en torno al papel del mercado como legitimador y generador del consenso social.


¿Cómo logra el mercado producir el consenso, satisfacer las preocupaciones individuales, obtener una conducta social apropiada? ¿Realmente es así?. De serlo tenemos por delante una muy inquietante perspectiva.

Es una impresión generalizada, creo, que para el logro de esos objetivos el sistema cuenta con un poderoso y eficaz moldeador de conductas, capaz de transformar cada producto lanzado al mercado en una necesidad que debe ser satisfecha. Son los medios de comunicación de masas, en particular la televisión, a lo que se refiere Bauman extensamente, y de lo cual he extraído algunas citas:


"...Si lo que uno sabe sobre el mundo procede de la televisión mas que de cualquier otra fuente, el que se conoce es muy probablemente un mundo que consiste en imágenes que duran sólo un instante, en eventos, episodios mutuamente inconexos y autorreferenciales".


"...El mundo de los medios es lo bastante vasto y colorido como para llenar el campo de visión de sus espectadores de extremo a extremo, y mantener toda su atención. No queda ni demanda ni espacio para nada más".


"...Entre las cosas que quedan fuera está una gran parte de la política: esa parte que no se puede acomodar fácilmente dentro del único mundo que los medios son incapaces de presentar, todos los asuntos más abstractos y principales de las elecciones políticas o las tendencias históricas que pertenecen a la dimensión sistémica antes que a la personal de la vida humana".


"...La política aparece en el mundo de la comunicación televisiva como un drama de personalidades, como los éxitos y los fracasos de los políticos individuales, como el choque de caracteres, motivos, ambiciones, como otra puesta en escena (no particularmente interesante) de la perpetua e inmutable comedia humana".


He aquí que el sistema ha gestado un instrumento capaz de asegurar su dominación no por la vía de la coerción, o no tanto por la vía de la coerción como por una sumisión consensuada, para cuyo logro ya no le es necesario el discurso político, sustituido por esa sensación de libertad que no es otra que la libertad de elegir el objeto de consumo.


Yo creo, modestamente, que Bauman describe una sociedad que el capital se propone construir, acorde a las contradicciones en que se desenvuelve. Pero que está lejos de haber logrado. No puede obviar la existencia de 4 o 5 mil millones de seres humanos excluidos, esa población "excedentaria", que ocupa los 5 continentes y que reclama su lugar bajo el sol. Y no puede obviar la conciencia humana construida en torno a valores como la igualdad, la solidaridad y la justicia y que no ha sido aun avasallada.


Es posible que en las sociedades europeas, que Zigman Bauman conoce mas directamente, la sociedad de consumo esté ganando la partida, si no la ganó ya. Pero en nuestro mundo, el mundo pobre de América Latina, en nuestra región, los cambios políticos y sociales que se vienen procesando muestran que, por el contrario, es posible que la partida la ganen los pueblos.


Nos están faltando las grandes líneas comunes de un proyecto alternativo común. Nos está faltando avanzar en la unión de las naciones y los pueblos de la región. Y tal vez nos está faltando, desde este rinconcito del sur, aportar más en esas direcciones.



Nota

* El capital global C es la suma del capital constante Cc y el variable Cv .
C = Cc + Cv
Este capital C produce un plus valor pv con una tasa
pv' = pv / Cv
(La tasa de plus valor es la relación del plus valor sobre el capital variable).

A su vez, si se considera no el capital variable sino el capital global, el ciclo de producción genera una ganancia G, y una tasa de ganancia g que es la relación del plus valor sobre C, la suma del capital fijo mas el variable.
g = pv / Cc + Cv , de donde
pv = Cv . pv' , g = Cv . pv' / Cc + Cv

Llegamos finalmente a la siguiente proporción:

g: pv' :: Cv: Cv+Cc

(La tasa de ganancia es a la tasa de plus valor como el capital variable es al total.)

A su vez Marx define la relación Cc/Cv como la composición orgánica del capital, COC, creciente con el desarrollo de las fuerzas productivas. El aumento permanente e irreversible de la COC resulta ser mayor que el aumento de la plus valía. Es fácil comprobar, mediante una simple operación que permita incluir COC en la proporción anterior, que ese crecimiento de la composición orgánica del capital conduce inevitablemente a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.