viernes, 3 de julio de 2009

Habrá movimientos centrífugos en el justicialismo y una ofensiva de la derecha

Habrá movimientos centrífugos en el justicialismo y una ofensiva de la derecha



Por Emilio Marín



Segunda lectura sobre los resultados electorales del 28




Los partidos políticos, sus estrategas y los medios de comunicación están culminando sus balances de la elección. Surgen dos conclusiones: más crisis en el justicialismo y una ofensiva de la derecha.



Después del comicio cada quien trata de aferrarse a las matemáticas para defender sus posiciones políticas y económicas.



Néstor Kirchner admitió haber perdido “por poquito” y la tesis fue retomada por Cristina Fernández, quien reconoció la derrota en Buenos Aires pero se reivindicó como ganadora a nivel nacional. Hasta se le escapó un comentario desubicado sobre el triunfo en El Calafate. Sus cuentas arrojaban un 31 por ciento para el oficialismo.



Para “La Nación”, en cambio, la cosecha nacional del kirchnerismo había sido del 26,55%, aunque esa poda de porcentajes no la llevó a alterar el orden planteado por la mandataria: primero el Frente para la Victoria, segundo el Acuerdo Cívico y Social, tercero el macrismo-coloradismo y cuarto el peronismo lolista-duhaldista.



Antes de zambullirse en el debate sobre qué significan esos números en sí y de cara al futuro, conviene detenerse en algo que la derecha elude. Es el tema del supuesto fraude que según la mayoría de los voceros de esa corriente política dio por sentado para el domingo 28.



Elisa Carrió y Francisco de Narváez fueron los más apocalípticos sobre que era inevitable un fraude monumental organizado por el candidato Néstor Kirchner con activa participación del gobierno nacional y bonaerense, más la justicia electoral, el Correo y no se sabe cuántos responsables y cómplices más.


Así demostraron que son malos políticos, faltan a la verdad y no se basan en hechos. Ensucian la cancha más de lo que ya está embarrada y no tienen escrúpulos. Esto hay que decirlo, aún cuando muchas personas los hayan votado creyendo que ellos dos, más Mauricio Macri y Gabriela Michetti, son la encarnación de la buena política frente a los malos de la película, los K.



Desde el ángulo formal, del conteo de los sufragios, tiene razón la presidenta en decir que el Frente por la Victoria fue el más votado a nivel República.


Pero en la política concreta fue batido por la derecha en Buenos Aires, Capital, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Mendoza y Santa Cruz.


Especialmente doloroso fue el traspie bonaerense, que era escenario de la “madre de todas las batallas” y donde jugaba Néstor Kirchner, presidente del PJ.



Con esos guarismos, al cuerpo orgánico del kirchnerismo le serán amputadas varias bancas. El número difiere según las fuentes. Los más drásticos dicen que perdió 22 diputados nacionales; en Buenos Aires perdió 8 pues renovaba 20 y sólo consiguió 12. En la Cámara Alta tendrá 4 senadores menos. El previsible éxodo de otros legisladores, que en estos meses permanecían por oportunismo al aguardo del escrutinio, agrandará el hueco.



Ganó la derecha



Las victorias del macrismo en Capital y de Narváez en la provincia significan el predominio de la derecha. La sumatoria de más diputados para el Acuerdo de Carrió y los radicales tiene que ser visto como otro avance de la centro-derecha y derecha, al igual que los guarismos de Julio Cobos en Mendoza, claro que superar al peronismo de Celso Jaque era pan comido.



El buen resultado de Carlos Reutemann, con sus 600.000 votos en Santa Fe, que lo pone como un presidenciable, también ilustra sobre la derechización. El ex corredor de Fórmula 1 basó su campaña en la adhesión a los postulados sojeros, coherente con las miles de hectáreas que hace cultivar en su campo de Llambí Campbell.



La conclusión de que hubo una derechización política (primero en sectores de la sociedad, amplificada por los medios, y luego en la votación) también se verifica en una parcela de los votos del kirchnerismo.


Una parte de los que apoyaron a los candidatos puestos por los gobernadores Mario Das Neves de Chubut (cómplice de la enajenación del petróleo de Cerro Dragón a la Pan American Energy por cuarenta años), José Luis Gioja en San Juan (otro tanto con la minera Barrick Gold) y Juan Manuel Urtubey en Salta (distrito campeona de los desmontes y sojización), pueden ignorarlo, pero esas boletas tenían un sentido conservador. Lo mismo vale para los sufragios logrados por intendentes justicialistas como Raúl Othacehé (Merlo), Mario Ischii (José C. Paz) y Jorge Rossi (Lomas de Zamora).



Ese sentido derechizante también surge del fortalecimiento del bloque agropecuario, que se alzó con una senadora, 11 diputados nacionales y una nómina mayor de legisladores provinciales y concejales. Jorge Srodek, de Carbap y electo por Unión PRO, estimaba que varios de esos concejales serán intendentes en 2011. Su cálculo fue que el campo rico llegó para quedarse en la política nacional.



Que han ganado los peores lo ilustra un dato de la Bolsa. El lunes subieron los papeles de Techint y del grupo Clarín. Los pulpos nucleados en la Asamblea Empresaria Argentina y la Unión Industrial festejaron doble: la derrota de los Kirchner y la victoria del macrismo-coloradismo. El bonus fue por la asunción de Scioli como titular del PJ, con Reutemann calentando motores. Mejor imposible para Paolo Rocca, Luis Pagani y Héctor Magnetto.



El helicóptero



Cuando los Kirchner ganaron en 2003 la señora Mirtha Legrand los tuvo de invitados y les preguntó: “¿se viene el zurdaje?”. Después de la victoria del domingo, los sentó a su mesa a Macri, Michetti y De Narváez pero no les preguntó si se venía “el fachaje”. Más aún, la veterana cuestionó que Cristina hubiera hablado de Honduras; dijo que a ella, la Legrand, no le importa lo que suceda en ese país donde se había producido un golpe de Estado. Sus invitados rieron, festejando las palabras de la conductora (ésta debía hacer muy buena letra con el dueño del canal América TV, su patrón).



La centro-derecha y derecha no pudo amalgamar un frente unido para los comicios. Pero están buscando coincidencias para presentar en el Congreso una serie de iniciativas, sin esperar al 10 de diciembre cuando tendrán números más holgados. Están urgidos por explotar su éxito político y aprovechar que el justicialismo está golpeado, aunque no “tirado boca abajo, en la lona”, como exageró Fernán Saguier en el matutino de la Sociedad Rural.



Para De Narváez y Margarita Stolbizer el eje de esas ponencias en Diputados es “resolver el conflicto del campo”, que traducido quiere decir bajar o eliminar las retenciones. La oposición conservadora, fortalecida tras los comicios, intima en este asunto una rendición incondicional del gobierno nacional.



Para disuadir a Cristina Fernández, para que no oponga resistencia, han comenzado a esgrimir dos conceptos convergentes.

Uno fue expuesto por Eduardo Buzzi, el de la Federación Agraria que alguna vez representó algo distinto a la Sociedad Rural. Dijo que lo del domingo era un “plebiscito” y que ganó la oposición por 70 a 30.


Ni una cosa ni la otra. Fue una importante legislativa nacional y la cosecha de cada partido fue la indicada más arriba. Buzzi quiere sumar terneros, peras, papel prensa y acero y dar con un resultado sojero. Una cosa es que en general haya ganado la derecha pero otra es que se puedan sumar todos los votos para de hecho cesar a la presidente por medios más prolijos que los de Honduras.



Ese triunfo derechoso tiene algunos límites no sólo por la votación kirchnerista en el conurbano más pobre y otras provincias sino también por que lo colectado por Pino Solanas, Aníbal Ibarra y Luis Zamora en Capital, Martín Sabbatella en Buenos Aires, otros frentes de centroizquierda en el interior, una parte del voto en blanco y del abstencionismo (que fue alto, del 30 por ciento), no pueden catalogarse como de derecha.



Juzgándose por encima de todo, Carrió dio un ultimátum a la presidenta a que “reconstruya los puentes con la sociedad” pues de lo contrario le espetó que tendrá “gravísimos problemas de gobernabilidad”. Fue una velada amenaza de empujarla a renunciar antes de tiempo.



Joaquín Morales Solá, escribió en “Gaceta Ganadera: “el temor de la oposición, peronista o no peronista, es que la obcecación de los Kirchner la lleve a escenarios no queridos. En la coalición no peronista y en el PJ disidente no se descartaban ayer cambios en los tiempos electorales, luego de que escucharon a Kirchner y a su esposa. ´Habrá que hacerlo cuanto antes si es que hay que hacerlo´, dijo uno de los ganadores del domingo”.



La estrategia está a la vista.


  1. En nombre del “plebiscito”, exigir la rendición incondicional.

  2. Si hay resistencia, forzar la renuncia de Cristina, la asunción de Cobos y el adelantamiento de las elecciones.

  3. Parece que los opositores estaban contando votos el domingo pero pensaban en Honduras.

  4. Eso sí, ellos son destituyentes y no golpistas, dicen que lo suyo será con votos, sin muertos, con mucha TV, cacerolas y baile en Gran Cuñado.

  5. Mueren por ver moverse las aspas de un helicóptero en los techos de Balcarce 50.


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